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domingo, 30 de septiembre de 2012

Conferencia San Luis Potosi


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sábado, 29 de septiembre de 2012

Cartas del Padre Pío



Que te haga la guerra satanás, bien directamente con sus malignas sugerencias, bien indirectamente por medio del mundo y de nuestra naturaleza corrompida; que haga mucho ruido ese infeliz apóstata; que te amenace, incluso, con tragarte: ¡no importa! Él nada podrá contra tu alma, porque Jesús ya la tiene estrechada a sí y la sostiene calladamente con su gracia siempre vigilante. Tranquilízate, hija querida de Jesús, porque te digo la verdad: nunca en el pasado tu espíritu ha estado tan bien como ahora.
Y no llegues a creer que soportas tus sufrimientos como reparación por culpas cometidas, pues es únicamente la acción del Señor, que te aflige para adornar la diadema con las perlas que quiere para ti.

 (19 de septiembre de 1914, a Raffaelina Cerase – Ep. II, p. 174)

lunes, 24 de septiembre de 2012

Fiesta de San Pío




El 23 de septiembre la Iglesia de Capuchinos de la ciudad de México celebró la fiesta de su co-patrono San Pío de Pietrelcina. Desde muy temprano los grupos parroquiales organizaron una expo, donde daban a conocer su apostolado y también se dio a conocer el proyecto de “Familia evangelizadora en una Parroquia evangelizadora”.

 A las 7.00 pm el párroco, Fr. Jesús Ma. Bezunartea OFMCap, presidió la celebración solemne del santo de Pietrelcina. Con la Iglesia a su máxima capacidad y amenizada musicalmente por la coral del Maestro Leonardo Villeda todos los presentes recordaron la vida y misión de este gran hermano capuchino. Al final de la celebración los asistentes tuvieron la oportunidad de venerar una reliquia del Padre Pío.

Ha sido un día de gracia y celebración para los Hermanos Capuchinos y especialmente para todos los devotos de San Pío. Que la alegría y la comunión que hemos vivido sea nuestra compañera de camino siempre.

sábado, 22 de septiembre de 2012

San Pío de Pietrelcina y la nueva evangelización



San Pío de Pietrelcina, modelo y estímulo en la nueva evangelización

Quince días van a separar la fiesta litúrgica de San Pío de Pietrelcina (23 de septiembre) y el inicio del Sínodo de Obispos sobre «La nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana» (7 de octubre). Pero, ¿hay alguna relación entre estos dos hechos? La podemos encontrar.

En el Padre Pío, al menos desde su ingreso en la Orden capuchina el 6 de enero de 1903, a la edad de 15 años, hasta su muerte, acaecida el 23 de septiembre de 1968, sus deseos nunca quedaron en meros proyectos. Por lo mismo, las palabras que escribió a uno de sus dos directores espirituales, el padre Agustín, el 6 de mayo de 1913, cuando tenía sólo 25 años: «Quisiera volar para invitar a todas las criaturas a amar a Jesús, a amar a María», y las que le había escrito un año antes, el 1 de mayo de 1912: «Quisiera tener una voz muy fuerte, capaz de invitar a los pecadores de todo el mundo a amar a María», nos garantizan poder encontrar en él un óptimo «modelo y estímulo en la nueva evangelización».

En el Padre Pío no busquemos la terminología precisa que nos exigimos en la actualidad: evangelización, nueva evangelización, pastoral, pastoral de iniciación, pastoral catequética, pastoral de alejados, salvación, salvación de las personas y de las estructuras de la sociedad… Sus preocupaciones se centraron siempre en lo importante. Y, en el ministerio, buscó, y de forma decidida e incansable, el objetivo último de todo lo anterior: la salvación de las almas. Un término que, para él, encerraba el mismo contenido de los que nosotros usamos hoy: una salvación que culmina, sí, en el cielo, pero que comienza y se vive en esta tierra; una salvación que es para un ser, el hombre, formado de alma y cuerpo, y que vive en una sociedad, que puede ofrecerle ayudas o estorbos en esa salvación.

Las motivaciones para buscar que todas las criaturas amen a Jesús y amen a María y, como consecuencia, salven su alma, el Padre Pío las tenía muy fijas en su mente y mucho más en su corazón.  Entre otras, habría que señalar tres, que las encontramos en dos frases del Santo:

- En carta al padre Benedicto de 20 de noviembre de 1921, después de referirse al volcán de amor que Jesús ha encendido en su corazón, el Padre Pío le dice: «Todo se compendia en esto: estoy devorado por el amor de Dios y el amor del prójimo».

- Y entre los mensajes que el Capuchino ofrecía a los fieles antes del rezo diario del Ángelus, encontramos éste: «Recordemos que el Corazón de Jesús nos ha llamado no sólo para nuestra santificación, sino también para santificación de otras almas. Él quiere ser ayudado en la salvación de las almas».

En concreto: el Santo de Pietrelcina, devorado por el amor de Dios, que, como escribe San Pablo, «quiere que todos se salven y lleguen al conocimiento de la verdad»; devorado por un amor del prójimo que le urge a ofrecer a los hombres todo lo que les beneficia y, de modo especial, «la perla de gran valor»: el Reino de Dios; y consciente de que el Señor, además de llamarle a buscar la santificación de otras almas, le ha confiado, como afirma en una carta de noviembre de 1922, una «misión grandísima», no puede menos de entregarse con todas sus posibilidades a las más variadas formas de apostolado, tanto que podríamos llamarle, como a Francisco de Asís, el fundador de la Orden religiosa en la que se santificó y ejerció el ministerio sacerdotal, «el hombre todo apostólico».

¿Qué formas de apostolado ejercitó el Padre Pío? Muchas y tan variadas, como acabo de indicar, que es difícil enumerar todas. En relación a las mismas hay que decir:

- Que la realidad y la eficacia pastoral de algunas las comprendemos sin dificultad; como: el ejemplo de una Misa celebrada cada día «humildemente», en expresión de Pablo VI; la acogida con amor paternal en el confesonario, «de la mañana a la noche» en palabras del mismo Papa, a hombres y mujeres venidos de todo el mundo; el testimonio y la invitación a la devoción mariana de quien llevaba siempre el rosario en la mano y repetía una y otra vez: «Amad a la Virgen, haced que la amen, rezad siempre el rosario»; los mensajes, llenos de unción y de exigencia evangélica, que dirigía a los fieles antes del rezo del Ángelus a mediodía y al atardecer; las cartas de dirección espiritual que, entre los años 1910 y 1923, dirigió a destinatarios muy diversos y que, publicadas en cuatro gruesos volúmenes, siguen ofreciendo una muy rica espiritualidad a los que se acercan a ellas; los escritos que, redactados por sus “secretarios”, en muchos casos después de consultarle el contenido de los mismos, y bendecidos por él, salían hacia los cinco continentes, en respuesta a los cientos de cartas que le llegaban pidiéndole oraciones, consejos, curaciones…, la bendición; las incontables estampas que, con un breve mensaje espiritual suyo al reverso, fue entregando a sus devotos a lo largo de su vida…

- Que en aquellas cuya eficacia sólo se descubre a la luz de la fe, el Padre Pío nos ofrece una valiosa ayuda en los mensajes de sus cartas. En referencia a la oración, por ejemplo, escribe: «Las oraciones que tú me pides no te faltan nunca porque no puedo olvidarme de ti… a quien he dado a luz a la vida de Dios con el dolor más intenso del corazón». ¿Tenían sentido sus lágrimas de dolor y arrepentimiento? Éstas son sus palabras: «Tengo que decirte que Jesús tiene necesidad de quien llore por la iniquidad de los hombres y por este motivo me lleva por los caminos del sufrimiento». Pablo VI le llamó: «Hombre de sufrimiento»; y, si deseó y pidió al Señor la gracia de sufrir, fue por este motivo: «Él se elige algunas almas, y entre ellas, aunque soy totalmente indigno, ha elegido la mía, para ser ayudado en la gran empresa de salvar a los hombres. Y cuanto más sufren estas almas sin consuelo alguno, más se aligeran los sufrimientos del buen Jesús. He aquí el motivo por el que deseo sufrir cada día más y sin consuelo alguno». No podemos olvidar su ofrenda, tantas veces repetida y actualizada en cada Misa, de víctima por la salvación de todos. Lo hacía con este deseo: «Enciende, Jesús, aquel fuego que viniste a traer a la tierra, para que, consumido por él, me inmole sobre el altar de tu caridad, como holocausto de amor, para que reines en mi corazón y en el corazón de todos; y de todos y de todas partes se eleve hacia ti un mismo cántico de alabanza, de bendición, de agradecimiento por el amor que nos has demostrado»…

- Que la realidad y la eficacia de otras, como la de la “bilocación”, nos quedarán, al menos en gran medida, en el misterio. La bilocación que le aconteció el 18 de enero de 1905, a los 17 años de edad, la cuenta él mismo al padre Agustín, su confesor de entonces. En cartas de dirección espiritual deja constancia de al menos cuatro bilocaciones, con un detalle muy significativo: pedir a los destinatarios, al parecer nada obedientes, que rompan esas cartas nada más leerlas. En junio de 1921, aunque con mucha repugnancia, tiene que hablar de otras bilocaciones porque el Visitador apostólico enviado por la Santa Sede, el carmelita Rafael Carlos Rossi, así se lo exige. Y son muchos los testimonios que afirman haber sido visitados o haber visto al Padre Pío fuera de San Giovanni Rotondo e incluso fuera de Italia y de Europa.

El Padre Pío no se contentó con ser él un instrumento del Señor en la salvación de las almas; ayudó a otros muchos a serlo. Les recalcaba la misión apostólica propia de todo bautizado; les aconsejaba los medios sencillos de apostolado que están al alcance de todos; y no olvidaba los que nos permiten llegar a todo el mundo.

Sirvan estos tres ejemplos:

- A sus Grupos de Oración les pedía, como fruto de la oración, ser en medio del mundo «levadura de Evangelio y faros de amor».

- A los médicos del hospital “Casa Alivio del Sufrimiento”, promovido por él en San Giovanni Rotondo, les insistía: «Vosotros, los médicos… tenéis la misión de curar al enfermo; pero, si no lleváis amor al lecho del enfermo, no creo que las medicinas sirvan de mucho… Sed portadores de Dios para los enfermos; eso será más útil que cualquier otro cuidado».

-Y repetía con frecuencia: «Salvar almas orando siempre».

Elías Cabodevilla Garde, sacerdote capuchino.

viernes, 21 de septiembre de 2012

Misa en la Catedral Primada de México


Hermanos Menores Capuchinos 
Grupos de Oración Padre Pío México

 I N V I T A N 

A la bendición de la imagen de San Pío de Pietrelcina que se quedara de forma permanente en la Catedral Primada de México, el domingo 14 de octubre a las 12 horas. Eucaristía presidida por el Emmo. Sr. Cardenal Don Norberto Rivera Carrera, Arzobispo Primado de México. 

Asiste con tu familia y conoce más sobre la vida de este santo franciscano que prometió hacer "mas ruido" desde el cielo para a través de su intercesión seguir mostrando el rostro misericordioso de Dios a toda la humanidad. 

Contaremos también con la presencia de Fray Elias Cabodevilla Garde que desde España viene a traernos la imagen de san Pío y que en muchos países de Latinoamérica se ha dedicado a promover su vida y espiritualidad. 

www.capuchinos.org                                             www.padrepiomexico.org


*    *    *

Pedimos tu colaboración para que nos apoyes en la realización de esta imagen de bronce que será traída de España, hecha por el escultor Luis Uzín Larrañaga. Será bendecida en la Eucaristía solemne presidida por su Emmo. Cardenal Norberto Rivera Carrera el domingo 14 de octubre a las 12 horas en la catedral metropolitana de la ciudad de México.
Ayúdanos con tu donativo depositando en la cuenta Banamex 516/63 62 905 a nombre de Hermanos Menores Capuchinos en los Estados Unidos de México A.R (clabe interbancaria 002180051663629054) y mandando la copia de la ficha y nombre de tu familia a coordinacion@padrepiomexico.org
Dentro de la base donde se apoyará la imagen de san Pío pondremos, tu nombre y el de tu familia, pidiendo a este gran santo su intercesión por cada uno de sus devotos que han colaborado en este proyecto. Que este acontecimiento sea una oportunidad para acercarnos más a Dios a través de san Pío de Pietrelcina, en este año de la fe que está por comenzar.

martes, 18 de septiembre de 2012

La carta (inédita) de Wojtyla al Padre Pío



«Me permito recomendarle las ingentes dificultades pastorales que mi pobre obra encuentra en la presente situación…». Hay una carta inédita que Karol Wojtyla envió a Padre Pío de Pietrelcina, el fraile con los estigmas, pocos días antes de ser nombrado arzobispo de Cracovia. Una carta nunca publicada ni conocida, que la postulación de la causa de beatificación de Juan Pablo II ha hallado en el archivo de la Curia de Cracovia y que quizá inicialmente había sido confundida con la transcripción de una de las dos carta del futuro Papa al futuro santo ya conocidas. En cambio aquella copia escrita a máquina era del todo desconocida del todo y añade una nueva prueba fundamental a la reconstrucción de la relación entre Wojtyla y el Padre Pío.
Como es sabido se conocían dos letras, escritas en latín y enviadas al fraile el 17 y el 28 de noviembre de 1962 por el joven obispo auxiliar de Cracovia que en aquellos días se encontraba en Roma para el Concilio. En la primera Wojtyla pedía las oraciones del Padre Pío por la médica Wanda Poltawska, madre de familia, enferma de cáncer. En la segunda el obispo agradecía al santo del Gargano por la curación acaecida de la mujer. La nueva misiva (Archivo de la Curia de Cracovia, fondo K. Wojtyla, BI 3123 a), de la cual “Il Giornale” anticipa el contenido, está fechada el 14 de diciembre de 1963 y es más larga que las precedentes. Como las otras dos fue escrita en Roma, probablemente en la conclusión de la segunda sesión del Concilio Vaticano II. Ha sido publicada y comentada por don Francesco Castelli –colaborador de la postulacón de la causa de Juan Pablo II– en el nuevo número de la revista “Servi della Sofferenza”.
Al final de las primeras líneas, Wojtyla hace referencia a las precedentes peticiones dirigidas por él al Padre Pio: «Vuestra paternidad se acordará ciertamente que ya algunas veces en el pasado me he permitido recomendar a Sus oraciones casos particularmente dramáticos y dignos de atención». Y ya aquí hay una primera sorpresa. Hasta hoy, de hecho, se ha sabido siempre que el futuro Papa pidió y obtuvo las oraciones del fraile sólo para la médica Poltawska. No se conocían otros casos. El joven obispo polaco agradece al Padre Pío la curación de una mujer enferma de cáncer –está claro que se trata del caso ya conocido– pero en el número de las personas curadas Wojtyla añade el hijo de un abogado, gravemente enfermo desde el nacimiento. «Ambas personas están bien», declara en el texto inédito. Por lo tanto, además de esta carta y a las dos ya conocidas existe al menos otra misiva con la cual Wojtyla pedía la curación del joven.
El futuro Papa recurre después al Padre Pío por una señora paralizada de su diócesis, por tanto una nueva petición. Ulterior indicio de una relación consolidada. Pero no es todo. Esta vez, de hecho, el obispo añade una petición personal: «Al mismo tiempo me permito recomendarle las ingentes dificultades pastorales que mi pobre obra encuentra en la presente situación». ¿A qué se refiere Wojtyla, que por primera vez pide algo para sí mismo? ¿Y cuáles son las «ingentes dificultades» que apunta? Desde la mitad de 1962 monseñor Wojtyla atraviesa una fase delicata de su vida. En junio de 1962 había muerto el arzobispo de Cracovia, Baziak, y desde hacía meses estaba abierta la búsqueda de un candidato para la sucesión que sea grato al primado polaco, el cardenal Stefan Wyszynski, y a la autoridad del Estado. Wyszynski había presentado más veces ternas de nombre rechazadas por el gobierno comunista. Después de dos ternas distintas rechazadas de plano, un alto funcionario del Partido comunista, Zenon Kliszko, sugiere que se proponga a «un hombre de diálogo, como el joven obispo auxiliar, del cual he olvidado el nombre, con el cual en dos semanas hemos resuelto el caso del seminario de Cracovia».
Aquel obispo es Karol Wojtyla, que había reivindicado cno firmeza el derecho de la Iglesia sobre la sede del seminario, ocupado por los comunistas locales. Con sólo 43 años, Karol Wojtyla se encuentra así arzobispo de la sede cardinalicia de Cracovia, después de haber regido durante más de un año y medio aquella sede como administrador apóstolico, entre «ingentes dificultades pastorales».
Nótese la coincidencia de las fechas. La carta del futuro Papa al Padre Pío, con la petición de oraciones e intercesión, es del 14 de diciembre. Exactamente dos semans después, el 30 de diciembre, llega la designación como arzobispo metropolitano de la prestigiosa diócesis polaca.
Como es sabido, Wojtyla y Padre Pío se encontraron sólo una vez, en 1948. Pero el descubrimiento de esta nueva carta atestigua la profundidad del vínculo existente entre el fraile con los estigmas y el Papa que lo proclamará beato y después santo.

lunes, 17 de septiembre de 2012

Fiesta a San Pío - D.F.



Grupos de Oración 
PADRE PIO
México
INVITA
A las fiestas de nuestro querido
SAN PIO DE PIETRELCINA
en la
Iglesia de Nuestra Señora de Covadonga

domingo, 16 de septiembre de 2012

Los estigmas


La palabra estigma viene del griego y significa marca o señal en el cuerpo y era el resultado del sello de un hierro candente con el cual se marcaba a los esclavos.

En sentido médico estigma quiere decir una mancha enrojecida sobre la piel que es causada porque la sangre sale de los vasos por una fuerte influencia nerviosa, pero que nunca llega a perforarse.
En cambio, los estigmas que han tenido los místicos son lesiones reales de la piel y de los tejidos, llagas verdaderas como las han descrito los doctores Romanelli y Festa, en el caso de Padre Pío.

El vicepostulador de la Causa de canonización de Padre Pío divide la estigmatización del Sacerdote Capuchino en 2 periodos: uno de preparación al grande fenómeno, que duró 8 años, (septiembre de 1910 - septiembre de 1918), en el que los estigmas eran invisibles, aunque no por ello menos dolorosos y el segundo, desde el 20 de septiembre de 1918 hasta el 23 de septiembre de 1968 en el que las llagas aparecieron visibles, vivas y sangrantes en sus manos, pies y costado.

 Jesús crucificado, en pleno siglo XX, tiempo de progreso, de esclavitud a las máquinas y del ateísimo, quiso llevarnos visiblemente al recogimiento y al recuerdo de su pasión. Quiso medir a Padre Pío e identificarlo consigo en el sufrimiento íntimo y escondido, por lo que le mandó desde 1910 los estigmas invisibles y algunos años después, los visibles, que duraron hasta su muerte.

Era el 20 de septiembre de 1918, un poco antes del medio día, un grito angustioso  hizo correr a los frailes al Coro en la Capilla de Santa Maria de la Gracia.
¡Milagro!, Padre Pío estaba extendido sobre el piso, como muerto, herido en las manos, en el corazón y los pies. De las heridas brotaba sangre.

Él mismo escribía: "Era la mañana del 20 del mes pasado, en el coro, después de la celebración de la Santa Misa, cuando fui sorprendido por un descanso, semejante a un dulce sueño... ví frente a mí a un misterioso personaje, me di cuenta de que mis manos, pies y costado estaban perforados y que brotaba sangre. Podéis imaginar el afán que experimenté entonces y que he venido experimentando continuamente casi todos los días. De la herida del corazón brota sangre constantemente, especialmente desde el jueves hasta el sábado...”
Rayos invisibles de amor, como dardos, habían salido de las 5 llagas santas del Crucifijo que se veía enfrente.

La noticia se difundió rápidamente por todo el mundo y provocó sentimientos de entusiasmo. Su fama de santo religioso que siempre había tenido, se volvió desbordante y atrajo la atención de las multitudes, suscitando inquietantes problemas para la Iglesia y  para la ciencia.

Vinieron al Convento creyentes e incrédulos. Personalidades de todos los rangos se le acercaron: familias reales, grandes estadistas, altos prelados de la Iglesia, hombres de arte y de cultura y millones de personas de todas las razas. A todos Padre Pío les dio directrices para la vida de su espíritu y les enseñó con sus exhortaciones y su ejemplo, que la oración debe ser el fundamento de nuestra vida.

A pesar de a gran cantidad de gente que venía a verlo, de la curiosidad, las polémicas y de los debates a su alrededor, Padre Pío atendía con humildad, perseverancia y obediencia sus tareas de sacerdote: en particular la celebración de la Santa Misa y las confesiones. Estas últimas se volvieron tan importantes por su número que lo obligaban a una rutina agotadora. Sus confesiones, como un inmenso imán, atraían a miles de hombres de toda Italia y del extranjero, obligando a Padre Pío a estar en el confesionario por larguísimas horas. Más que un tribunal, su confesionario era una clínica para las almas que querían volver a Dios. Padre Pío podía leer en el alma de cada persona. Su legendaria facultad de introspección dejaba desconcertados a los que se le acercaban con la intención de esconderle algo grave. Resistía increíblemente a los cansancios, a pesar de su habitual escasez de comida.
Con el don de los estigmas, inició el calvario de Padre Pío. Un calvario físico notable porque al fuerte dolor que le provocaban las heridas, se agregaba la falta de fuerzas causada por la pérdida de sangre. Pero su calvario más difícil de soportar fue el espiritual, provocado por la reacción de ciertas personas mientras la noticia de los estigmas se difundía. Muchos fueron  los escépticos, muchos duraron de la veracidad del fenómeno.

En varias ocasiones Padre Pío había criticado a algunos sacerdotes con los que no estaba de acuerdo con su comportamiento y se había creado enemigos, sobre todo en el clero secular. Uno de sus más acérrimos enemigos fue el Arzobispo de Manfredonia, quien declaró que Padre Pío estaba “endemoniado”. En ese momento la Santa Sede tuvo que profundizar el caso del sacerdote estigmatizado, con la cautela  que le es propia y también con la severidad que no puede faltar en los organismos que operan en el difícil campo de los fenómenos sobrenaturales que pueden crear en los fieles grandes turbaciones. Médicos y hombres de ciencia comenzaron a ir a San Giovanni Rotondo enviados por el Vaticano y por organismos religiosas listos para indagar y hacer declaraciones durísimas para desmitificar los estigmas “concedidos” a Padre Pío. Los reportes eran variados. Hubo quien decía que se trataba de fenómenos sobrenaturales y otros que decían que era una manifestación morbosa de histerismo. La veracidad de la naturaleza sobrenatural de los estigmas era aceptada difícilmente. Seguían las dudas y por supuesto, las visitas de control.

En 1923, durante el pontificado del Papa Pío XI, los superiores de Padre Pío, en su prudencia, consideraron segregarlo, prohibiéndole celebrar misas en público, confesar y escribir. Él aceptó todo, de Dios y de los hombres, con resignación y con alegre serenidad pues sabía que era un hombre privilegiado. La prohibición fue revocada el 16 de julio de 1933, ya que muchos observadores enviados por Su Santidad se expresaron en su favor declarando que los estigmas no eran el producto de un traumatismo externo, ni eran consecuencia de la aplicación de sustancias químicas, que nunca dieron lugar a fenómenos supurativos y nunca lograron cicatrizar, ni con ayuda de la ciencia, ni por la naturaleza. El Papa dio ordenas al Santo Oficio que emitiera un decreto que autorizaba a Padre Pío para celebrar misa y, un año después llegó el permiso para volver a confesar.

Padre Pío es el primer sacerdote estigmatizado y el Santo que ha llevado por más tiempo los estigmas de Jesús (50 años)

miércoles, 12 de septiembre de 2012

De las cartas del Padre Pío



Ten paciencia, todavía un poco más al soportar el estado de desolación espiritual; ten paciencia al soportar las pruebas amorosas a las que Jesús, con admirable providencia, para asemejarse a él, te va sometiendo; y verás que el Señor un día atenderá del todo tus deseos, que son también los míos. No te impacientes si en ti la noche se va haciendo más obscura y más lúgubre; no te asustes si no ves con los ojos materiales el cielo sereno que envuelve tu alma; mira a lo alto, elevándote sobre ti misma, y verás resplandecer una luz que participa de la luz del sol eterno. La fe viva, la confianza ciega y la completa adhesión  a la autoridad constituida por Dios para ti, ésta es la luz que ilumina los pasos del pueblo de Dios en el desierto; ésta es la luz que resplandece siempre en la parte más alta de los espíritus gratos al Padre; ésta es la luz que condujo a los magos a adorar al Mesías en su nacimiento; ésta es la estrella profetizada por Balaam; ésta es la antorcha que dirige los pasos de los espíritus desolados. Y esta luz y esta estrella y esta antorcha son también las que iluminan tu alma, dirigen tus pasos para que no vaciles, fortifican tu espíritu en el amor divino; y, sin que el alma se dé cuenta se avanza siempre hacia el destino eterno. Tú no lo ves y no lo comprendes, pero no es necesario. Tú no verás más que tinieblas, pero éstas no son las que envuelven al eterno sol. Mantente firme y cree que este sol resplandece en tu alma; y que este sol es precisamente aquel del que el profeta de Dios dijo: Y en tu luz, yo veré la Luz”.

(22 de octubre de 1916, a Asunción di Tomaso  - Ep. III, p. 399).

Misa Solemne



FIESTA DE SAN PÍO DE PIETRELCINA

El día 23 de septiembre es la fiesta del copatrón de la Parroquia: Con un triduo orando y meditando sobre sus enseñanzas espirituales. Y el domingo 23 haremos memoria de él en todas las misas y especialmente en la vespertina de las 19.00 horas, y como hace años amenizada musicalmente por el coral del Maestro Leonardo Villeda.

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