Toda tu vida
se vaya gastando en la aceptación de la voluntad del Señor, en la oración, en
el trabajo, en la humildad, en dar gracias al buen Dios. Si volvieras a sentir
que la impaciencia se instala en ti, recurre inmediatamente a la oración;
recuerda que estamos siempre en la presencia de Dios, al que debemos dar cuenta
de cada una de nuestras acciones, buenas o malas. Sobre todo, dirige tu
pensamiento a las humillaciones que el Hijo de Dios ha sufrido por nuestro
amor. El pensamiento de los sufrimientos y de las humillaciones de Jesús quiero
que sea el objeto ordinario de tus meditaciones. Si practicas esto, como estoy
seguro que lo haces, en poco tiempo experimentarás sus frutos saludables. Una
meditación así, bien hecha, te servirá de escudo para defenderte de la
impaciencia, aunque el dulcísimo Jesús te mande trabajos, te ponga en alguna
desolación, quiera hacer de ti un blanco de contradicción.
(6 de
febrero de
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2 comentarios:
Bendito seas por tus palabras Amén 🙏💖
Padre Pío, lo que dices son lindos y verdaderos consejos, hagamos la Voluntad de Dios siempre. Te quiero padre Pío.
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