Si es deseo
de Dios que a los aromas espirituales también agregue los corporales, ¿no te
basta para hacerte lo más posible feliz en este valle de exilio?
¿Y qué otra
cosa se puede desear fuera de la voluntad de Dios? ¿Qué otra cosa puede clamar
un alma consagrada a él? ¿Qué deseas tú, pues, si no que los designios divinos
se cumplan en ti? Ánimo, entonces, y siempre adelante en los caminos del amor
divino, estando segura que cuanto más tu voluntad se vaya unificando y
uniformándose a la de Dios, tanto más crecerá en perfección.
Tengamos
siempre presente que acá en la tierra es un lugar de combate y que en el
paraíso se recibirá la corona. Porque acá es el lugar de la prueba y el premio
se recibirá allá arriba. Porque acá estamos en la tierra de exilio y nuestra
patria verdadera es el cielo y es necesario aspirar continuamente hacia ella.
Habitemos, por ello, Raffaelina, con la fe viva, con la esperanza firme y con
el ardiente afecto en el cielo, con el vivísimo deseo mientras estemos de
camino, para poder un día, cuando le agrade a Dios, habitar con toda la
persona.
(24 de junio de 1915, a Raffaelina Cerase –
Ep. II, p. 452)
3 comentarios:
Bendito seas Padre mio Amén
Hermoso
Gracias Padre pío por sus enseñanza AMEN
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