Levántate,
pues, Señor, una vez más y líbrame ante todo de mí mismo; y no permitas que se
pierda aquel a quien con tanto cuidado y urgencia has vuelto a llamar y has
arrancado de un mundo que no es tuyo. Levántate, pues, Señor, una vez más y
confirma en tu gracia a los que me has confiado; y no permitas que ninguno
llegue a perderse abandonando el redil.
¡Oh Dios, oh
Dios!... no permitas que se pierda tu heredad. ¡Oh Dios!, manifiéstate cada vez
más a mi pobre corazón y completa en mí la obra que ya has comenzado.
Oigo en mi interior
una voz que de continuo me grita: Santifícate y santifica. Pues, bien, mi
queridísima, yo lo quiero, pero no sé
por dónde comenzar.
Ayúdame también
tú; sé que Jesús te quiere mucho y tú lo mereces. Háblale, pues, de mí; que me
conceda la gracia de ser un hijo menos indigno de san Francisco; que pueda ser
ejemplo para mis hermanos, de modo que el fervor continúe siempre en mí y
crezca cada día más, para hacer de mí un perfecto capuchino.
(Noviembre de 1922, a las hermanas
Campanile – Ep. III, p. 1005)
4 comentarios:
En este mundo tan convulso tus hijos necesitamos de tu intercesión más que nunca, querido Padre Pío...
En vos confio Pare Pio querido Amén
Padre Pio dame tus bendiciones en ti confío
Padre Pío. Danos tu bendición.
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