La fama del Padre Pío inició en San Giovanni Rotonda, pequeño pueblo de Italia al que su creciente fama volvió un sitio de peregrinación que es visitado por miles de gentes hasta nuestros días. Muchas fueron las razones que impulsaron a los fieles a buscar su ayuda, pero sin duda una de las más sorprendentes fueron los estigmas, heridas en manos, pies, costado y hombro, semejantes a las de Cristo en su pasión. Miles de testimonios refieren que éstos olían a rosas y también el sufrimiento que el santo soportaba con gran humildad y mucho sentido del humor. Pietro Cuino, hermano espiritual de Padre Pío, refiere la siguiente anécdota:
“Una vez tuve la desfachatez de preguntarle a Padre Pío: ‘Pero Padre, San Francisco, cuando tuvo los estigmas, y todos esos santos que fueron estigmatizados, ¿sintieron el dolor de la crucifixión en el momento que les fueron taladrados los pies, las manos y el costado?’
´Sí que lo sintieron’, dijo él.
‘Pero, después que terminó todo ¿ya no sintieron nada?’
‘Ah, sí, ¡por que el Señor nos las da de adorno! Cómo eres tonto. Es una continua pasión, un continuo sufrimiento’.
Muchos médicos y medicinas se emplearon para tratar de curar estas llagas, sin éxito, pero éstas expresaban la espiritualidad del santo, quien rezaba de forma constante esta oración:
“Pido vivir muriendo, para que de la muerte nazca la vida que no muere, y la muerte ayude a la Vida a resucitar a los muertos.”
Te invitamos a conocer más sobre el carisma y la espiritualidad del Padre Pío en uno de los Grupos de Oración que él ayudo a fundar, mismos que a la fecha de su muerte en 1968 eran ya 726, y que hoy cuentan con miles de miembros en todo el mundo.
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